jueves, 27 de noviembre de 2008

Han pasado 5 semanas

En estos momentos tengo bien cerca la foto de ella y parece que me envía un mensaje de ánimo para seguir adelante, de paciencia y sacrificio para soportar los sinsabores de cada día. Hasta hace pocos días ha habido gente que me preguntaba por ella o que me daba el pésame.
En el trabajo la maledicencia, la hipocresía y la envidia presiden las relaciones humanas, corroen la cultura de la organización y hacen que me sienta muy lejos guardando un silencio cobarde y prudente a la vez.
Es tiempo de frío que hiela el ambiente y el espíritu

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Sobre libros, viajes y música

Las viejas recetas de viajar con las historias de los libros y con el aire sonoro de las notas de la orquesta parecen eficaces y eficientes para luchar contra la amargura y la desazón.

En Madrid me he encontrado con "El siglo de las Luces" y lo devoro con gusto para llegar al Caribe sin riesgo de enfermedades y de que la humedad me agote. La recuperación de la antigua costumbre de la lectura placentera no arrumba la pena pero parece que me da nuevas fuerzas para seguir adelante.

En el Palau me espera Bach con sus creaciones cargadas de serenidad, de vida y de equilibrio gozoso. Mi madre querida se sentirá a gusto viéndome disfrutar con el concierto.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Más sobre la muerte

No imaginaba en mi anterior comentario que volvería sobre la muerte, sobre la marcha de mi ser más querido cuando debería estar de fiesta. Siento un angustioso vacío interior que me corroe lentamente, han caído los pilares de mi mundo íntimo aunque en la superficie no se note nada y siga instalado en la rutina de los días.

El consuelo de acompañar a mi padre, de asistir a las celebraciones litúrgicas y de recibir el afecto sincero de las personas que me rodean, es una ayuda impagable pero a la vez mantiene abierta y sangrante la herida interior.

La fe y el amor nos salvan y nos conducen a la esperanza. Ahora se trata de que mi madre no se difumine en mi corazón y en mi memoria. Las lágrimas no llegan a los ojos, quizás no he interiorizado la dureza de esta pérdida, las actividades me ocupan el pensamiento o la confianza en que haya alcanzado el cielo me sostiene.